Si eres como yo, el final de cada año puede causarte mucho estrés financiero. En años anteriores, necesité los primeros seis meses del nuevo ejercicio para ponerme al día con mis finanzas. No se trata solamente de los regalos navideños, las comidas, las fiestas, los atuendos o la decoración.
En Estados Unidos, donde vivo, también es la fecha límite que se avecina para aprovechar al máximo las deducciones fiscales, como donaciones a organizaciones sin ánimo de lucro o las contribuciones a cuentas individuales de jubilación (IRA).
Conseguir miles de dólares al final del año es algo a lo que renunciaré en 2024. Es demasiado estresante y reduce demasiado nuestro fondo de emergencia en una época del año que ya es de por sí costosa. En cambio, estoy usando la segunda mitad del año para salir adelante con mis finanzas, lo que significa hacer tres cosas a partir de este verano.
1. Tenemos una cuenta solo para las aportaciones de final de año.
Mi pareja y yo estamos creando una cuenta solo para financiar el plan para la jubilación y las donaciones a fin de año.
Los depósitos a esta cuenta provienen de nuestro fondo de dinero discrecional —fondo de fondos que invierte en una mezcla diversificada de instrumentos financieros, la mayoría de deuda y una parte en renta variable—, por lo que no sacamos el dinero de los gastos habituales, ahorros o del fondo de emergencia.
Este año, nuestro microondas, lavadora y secadora, horno y llantas colapsaron de forma prácticamente simultánea, un ejemplo perfecto de por qué un fondo de emergencia es fundamental en nuestro hogar.
Otra forma de mantenernos organizados durante todo el año es guardar un sobre de papel manila grande y destinarlo a guardar recibos de aquellos gastos que sean deducibles. Esta práctica de mantener recibos sería útil durante una posible auditoría y también nos ayuda a recordar todas las pequeñas cosas que compramos durante el año, como gafas nuevas o recetas médicas.
En lugar de comenzar con nuestros impuestos en enero, o apresurarnos al próximo abril, estamos comenzando ahora, distribuyendo mucho mejor el coste al hacerlo de esta manera.
2. Usamos tarjetas de crédito separadas para gastos comerciales y generales.
En primer lugar, tenemos una tarjeta de crédito comercial que usamos exclusivamene para gastos laborales deducibles —como suscripciones, libros, clases, conferencias y talleres. No hay que adivinar nuestros gastos con esta tarjeta.
Nuestra tarjeta de crédito general es aquella que empleamos para gasolina, comestibles, viajes y restaurantes. Un aspecto positivo es a final de año, podemos consultar una panorámica desglosada de nuestros gastos en categorías como restaurantes, servicios médicos, transporte, comestibles y otros. Solemos imprimir este informe y resaltar todos los elementos deducibles.
3. Hacemos un seguimiento de las facturas recurrentes a través de la cuenta bancaria.
Por último, un servicio muy útil que nos proporciona nuestra cuenta bancaria es un desglose mensual de todos los gastos al que podemos acceder y filtrar para incluir el año. Una vez que tengamos la lista de gastos de todo el año, podemos ordenarla alfabéticamente, lo que facilita encontrar facturas recurrentes como nuestros teléfonos e Internet para registrar todos los gastos de nuestra oficina en casa.
Entre estas tres tácticas para rastrear los gastos, estaremos organizados cuando termine 2024. Eliminar la necesidad de contribuir con grandes sumas de dinero a nuestras donaciones y planes de jubilación reducirá drásticamente el estrés de comenzar un nuevo año.