Tymiq Williams siempre tuvo la esperanza de perder la virginidad como Bella Swan, la protagonista de la saga Crepúsculo.
Para Williams, los protagonistas de Crepúsculo, Edward Cullen y Bella Swan, eran “literalmente la verdadera definición del amor”. Así que cuando se planteó perder la virginidad, afirma que esperaba algo como la escena de luna de miel de la película.
Pero no fue así, cuenta a Business Insider este joven del este de Nueva York de 27 años, que trabaja como agente inmobiliario de 27 años y recepcionista de hotel a tiempo parcial. “Siempre pensé que perdería la virginidad sobre un lecho de flores en algún lugar y haciendo el amor más dulce y con todo ese brillo y chispas en el corazón”, comenta.
Finalmente, narra cómo sucedió en una escalera a los 15 o 16 años, y la experiencia terminó en uno o dos minutos. “Me dije, ¿para esto había reservado mi cuerpo?”, explica.
Ahora, más de una década después de “perderla”, Williams recuerda su primera vez con sentimientos encontrados. “Cuando ocurrió, me dije: ‘Por fin me lo he quitado de encima, es genial'”, explica. No obstante, cuando se hizo mayor empezó a preguntarse por qué había tanta presión con la pérdida de la virginidad.
En julio, Business Insider, en colaboración con YouGov, encuestó a más de 1.880 adultos estadounidenses de entre 18 y 95 años (incluyendo 647 miembros de la generación Z mayores de 18 años) sobre todo lo relacionado con el sexo y las relaciones: su identidad sexual, la frecuencia con la que mantienen relaciones sexuales y si lo hacen o no.
Además, reunió a un grupo de nueve miembros de la generación Z para profundizar un poco más en los resultados de la encuesta, descubriendo que esta generación (un grupo de edad definido generalmente como el nacido entre 1997 y 2012) piensa de forma diferente sobre la virginidad.
Más del 37% de los jóvenes encuestados por Business Insider, con edades comprendidas entre los 18 y los 26 años, afirman no haber mantenido aún relaciones sexuales. La encuesta también revela que entre los sexualmente activos, el 31% de esta generación había pasado por un período de celibato voluntario en el último año, en comparación con el 34% de los millennials, el 28% de los X y el 37% de los boomers.
Es probable que parte de ello pueda atribuirse al hecho de haber alcanzado la mayoría de edad durante la pandemia, cuando el acceso a las relaciones sexuales podría haber sido limitado. Sin embargo, incluso antes del covid, el interés de la generación Z por el sexo parecía tender a la baja. En una encuesta de 2019 de Australia Talks, el 40% de los australianos de 18 a 24 años afirmaban que no habían mantenido relaciones sexuales.
Pero esas estadísticas no lo dicen todo.
Para empezar, la generación Z está cuestionando el concepto mismo de virginidad, una idea utilizada históricamente para reprimir a las mujeres e intentar mantenerlas “puras” o “limpias”. En segundo lugar, la definición tradicional de virginidad (coito vaginal con una pareja) deja fuera a la amplia franja de personas LGBTQ+ que no tienen ese tipo de interacciones sexuales.
Varios miembros Z con los que ha hablado Business Insider señalan que el concepto de virginidad sencillamente no les importa mucho, mientras que otros, como Williams, creen que su experiencia en torno a “perderla” ha sido exagerada. Hoy en día, según Williams, la virginidad parece preocuparles cada vez menos. “No creo haber oído la palabra virgen en mucho tiempo. Creo que ya no importa”, reflexiona.
‘¿Todas esas veces no cuentan?’
Sasha Roberts, una profesora de 20 años de Brooklyn, explica a Business Insider que es bisexual y que empezó a salir con hombres el año pasado. Hasta entonces, sus relaciones habían sido exclusivamente con mujeres, así que se encuentra en una especie de limbo de la virginidad.
“Mucha gente me ha dicho: ‘Eres virgen hasta que te acuestes con un hombre’. Pero en realidad, llevo desde los 15 años teniendo relaciones sexuales con chicas. ¿Todas esas veces no cuentan? ¿Simplemente desaparecen?”, se pregunta Roberts.
‘Mucha gente me ha dicho: ‘Eres virgen hasta que te has acostado con un hombre’
“¿Cuándo se supone que he perdido mi virginidad?”, añade Roberts, en referencia a la rotura del himen, que es ese momento asociado a la pérdida del concepto de virginidad. “La idea de que hay que romperlo ha quedado anticuada. ¿Por qué tengo que darle tanta importancia en mi vida? ¿Por qué tengo que mirar cada experiencia sexual de mi vida y preguntarme: ‘¿Es esto? ¿Es esto sexo?”, reflexiona la joven.
Roberts no es la única. Para el resto de personas que se identifican como LGBTQ+, la idea constrictiva de la virginidad se está volviendo cada vez más obsoleta. Más del 26% de los miembros de la generación Z encuestados se identifican como algo distinto a heterosexuales, en comparación con el 15% de los millennials y el 11% de los miembros de la generación X.
“Todo el mundo practica el sexo de distintas maneras. Todo el mundo se identifica con diferentes géneros y todo el mundo se relaciona de formas muy distintas. No hay forma de cuantificarlo. No tengo forma de decir: ‘Este ha sido el momento en que he perdido la virginidad”, afirma Roberts.
Puede que la generación Z tenga menos relaciones sexuales vaginales con penetración en pareja, pero eso no significa que sean sexualmente inexpertos.
También priorizan el sexo de forma diferente a otras generaciones. Solo el 5% de los miembros de la generación Z encuestados considera que el sexo es la parte más importante de una relación, mientras que el 14% afirma que el sexo es poco o nada importante. Entre los millennials, el 10% considera que el sexo es la parte más importante de una relación, mientras que el 8% lo consideraba nada o poco importante.
El problema de la virginidad
“Hay tantas formas de ver la virginidad como de ver el sexo. La percepción del sexo es distinta para cada persona, especialmente en función del género u orientación sexual”, afirma Lindsey Weiss, una estudiante de Derecho de 26 años que vive en Queens, Nueva York.
Weiss, que se identifica como queer, añade que el momento en que decides que has tenido sexo, varía según una serie de factores sociales y culturales.
“El término es complicado”, apunta Danielle Bezalel, educadora sexual y presentadora del podcast Sex Ed With DB, sobre la virginidad, añadiendo que “viene con mucho bagaje”.
“Religiosa, cultural y socialmente, utilizamos el concepto de virginidad para avergonzar a las personas (en su mayoría mujeres y niñas cis) para que se mantengan puras y limpias al no tener relaciones sexuales, específicamente antes del matrimonio. Pero al fin y al cabo, realmente no importa”, señala.
A medida que cambian las normas sociales, también lo hace la relevancia de la virginidad. En la década de 1940, la edad media de las mujeres estadounidenses para casarse por primera vez era de 20 años; ahora es de 28 años. Cada vez menos personas se casan con el objetivo de tener hijos, y las que lo hacen suelen esperar a una edad más avanzada para tenerlos. La edad media a la que las mujeres dan a luz por primera vez es ahora de 27 años, frente a los 24 de 1990. Y cada vez son más las personas que no tienen hijos y dicen que es poco probable que opten por tenerlos.
Si nos fijamos en los datos de España, son aún más tardíos. Según una tabla publicada por Expansión (datosmacro.expansión), la edad media a la que se casaban las mujeres en 1990 era ya de 25,6 años, mientras que en 2021 fue de 34,7. En cuanto a la maternidad, los datos se remontan a mucho antes: en 1975, las mujeres eran madres, de media, a los 28 años, mientras que en 2021 esa media se situó en los 32 años, según un artículo Newtral. Como curiosidad, España es el país de la UE donde nacen más niños de madres mayores de 40 años sobre el total de nacimientos, según el mismo artículo.
En opinión de Sue Milstein, profesora adjunta de estudios de la salud en el Springfield College, ante la disminución de la necesidad biológica de mantener relaciones heterosexuales, cada vez son más las mujeres jóvenes que prefieren tener sexo en solitario a “perder los papeles”.
Milstein atribuye este cambio, en parte, a cómo el COVID-19 afectó tan profundamente a las opiniones de la generación Z sobre la mortalidad y la enfermedad.
“Algunos de ellos vieron a sus amigos enfermar. Como consecuencia, se preguntan, ¿por qué quiero estar con un extraño físicamente cuando no sé dónde han estado?”, indica la experta.
Por eso, los jóvenes eligen el sexo en solitario. Dicen: “No me apetece tener relaciones porque no me dan lo que quiero. Consigo lo que quiero de mis amistades, de mi vibrador, de mis juguetes sexuales, lo que sea”.
También cree que se ha exagerado mucho la idea de la cultura de ligar entre los jóvenes.
“Se habla mucho de la cultura de ligoteo en las universidades, pero en 10 años no hemos visto datos que aporten esa teoría”, explica a Business Insider. Roberts, por su parte, dice que otras generaciones deberían tener cuidado con confundir la apertura sexual con la hipersexualidad o la promiscuidad entre los miembros de la generación Z.
‘Que seamos menos ignorantes sobre el sexo no significa que estemos listos para lanzarnos a él tan rápido… la apertura es diferente a la promiscuidad’
“Las generaciones mayores, en general, tienden a pensar que los más jóvenes son hipersexuales, y creo que es por lo abiertos que nos mostramos a hablar de sexo. Pero el hecho de que seamos menos ignorantes sobre el sexo no significa que estemos dispuestos a lanzarnos a él tan rápido… la apertura es diferente a la promiscuidad”, comenta Roberts.
Milstein se alegra de que la cultura deje de obsesionarse con la virginidad, y añade que pensar en la experiencia sexual en términos de virginidad no tiene en cuenta a las personas que no tuvieron elección ni control sobre cómo, cuándo o con quién la perdieron.
Tess-Mathilde Bryan, de 22 años, natural de Virginia y residente en Nueva York, solo ha tenido una relación y la describe como “muy abusiva”. Bryan afirma que desde el fin de esa relación, no ha tenido más experiencia sexuales, concretamente en cinco años.
“Muchos de nosotros no somos sexualmente activos. Y creo que es porque muchos de nosotros estamos un poco traumatizados”, señala Bryan, refiriéndose a la generación Z. No solo evita el sexo, sino que recupera lo que significa ser virgen, negando sus experiencias para dejar espacio a una nueva primera vez.
“Es difícil de explicar, pero casi sigo considerándome virgen solo porque quiero borrar todo eso, y creo que se me debería permitir hacerlo. Creo que se me debería permitir no tener en cuenta mi relación anterior”, añade.