Preguntas y respuestas para Emprendedores

El gran error de dejarte influir por los demás

329 visitasLa Soledad del Emprendedor
0

Tomar decisiones no es nada fácil.

Primero tú en soledad le das vueltas a una idea.

Valoras los pros y los contras.

Vas avanzando por un camino en el que esa idea va tomando forma, va madurando.

Investigas sobre el tema o se lo comentas a alguien que crees que puede tener criterio (o que tiene cierto poder sobre ti) y te importa su opinión.

Y aquí es cuando puedes cagarla pero bien.

Yo vengo de una familia de funcionarios.

Mi madre era funcionaria, mi padre era funcionario (bueno en realidad no porque los sanitarios entran en otra categoría, pero es parecida).

Mis tres tías son funcionarias, profesoras todas.

Mi abuelo trabajaba en un banco, cuando eso era un (buen) trabajo para toda la vida.

Y eso a mí me ha pesado siempre.

Esa seguridad de que pase lo que pase, nunca te vas a quedar sin trabajo. Que puedes coger vacaciones cuando quieras, o en el caso de mis tías durante meses enteros.

Yo siempre he trabajado para empresas privadas, hasta que decidí emprender.

No recuerdo la última vez que tuve vacaciones más de 15 días seguidos, y ahora ni eso (de momento, estoy trabajando en mejorar esto para 2023).

Cuando les dije a mis padres que quería ser publicista no fue como: «Mamá, quiero ser artista», pero casi. Ya te lo conté en mis primeros correos.

Nunca han entendido mi trabajo, qué es lo que hacía en realidad. Solo tenían una idea genérica.

Sí, sabían que hacía campañas de publicidad, páginas web, logotipos… pero todo el proceso de trabajo, el día a día, era algo que simplemente no entendían.

Y mis amigos tampoco.

Siempre he sido como Chandler de Friends que, aunque era uno más del grupo, nadie sabía en qué trabajaba (resulta que también era publicista).

Por eso nunca me han valido sus consejos, porque no entendían en qué consistía mi trabajo, mis inquietudes, mis preocupaciones (hablo a nivel laboral, creo que me estoy explicando bien).

Cuando teníamos un problema con un cliente, no entendían por qué me agobiaba tanto y es que no se hacían a la idea de lo que suponía perder a ese cliente en la facturación de la empresa.

O cuando tenía una presentación de una marca y llevaba meses trabajando y coordinando a equipos de personas y a la prensa para que todo saliera bien ese día (y después con la campaña en medios).

Qué suponía si algo salía mal. Cuánto dinero había en juego. Además de la reputación de la marca, todo lo que implicaba esa presión, esa tensión, esa adrenalina…

Y cuando dejé de trabajar para terceros y decidí emprender… Tampoco entendían qué es lo que me movía por dentro.

Por eso no podían aconsejarme sobre qué tenía que hacer o no hacer.

Unos me apoyaron con respeto y sin agobiar, confiando en mis capacidades y en mi experiencia y, otros me cuestionaron, por miedo (su miedo).

Sí, miedo.

Miedo a que me equivocara, a que fracasara.

El miedo es como un virus que se mete dentro, se expande por todo tu organismo y te paraliza.

Yo tenía miedo, pero también mucha determinación.

Ellos solo querían protegerme, evitarme dolor, malos ratos, preocupaciones…

Por eso yo no podía esperar que sus consejos me sirvieran. Los escuchaba, pero sabía que no entendían mi proceso interno, por lo que yo estaba pasando.

Algunos lo llaman la soledad del emprendedor.

Y es cierto, en esos momentos te sientes muy, muy solo.

Lo mejor que puedo decirte es que seas consciente de esto:

Ni tu padre, ni tu madre, ni tus hermanos, ni tu pareja, ni la mayoría de tus amigos probablemente sabrán con certeza qué es lo que te mueve por dentro para que hayas decidido montar tu propio negocio.

Tu pasión.

Tu ambición.

Tus ganas de ayudar a otros (y esto es así, aunque cobres por ello y se lo discuto a quien haga falta).

Tus ganas de superarte a ti mismo.

De crecer.

Sigue.

Es lo mejor que puedo decirte. Si estás convencido, sigue.

Pero no lo hagas solo.

Ese es mi consejo y es lo que yo hice cuando decidí crear mi propio negocio.

Busqué una formación que me ayudara a sentirme más segura, a conseguir clientes, a gestionar a esos clientes, a organizar mi tiempo y mi negocio… Más allá de mi formación como publicista y copywriter (eso ya lo traía de casa).

Y, cuando estaba en ese proceso, me di cuenta de que todo lo que me estaban contando ya lo sabía, porque yo ya había recorrido ese camino durante 20 años.

Seguí formándome y trabajando y, fue entonces cuando decidí enseñar lo que yo ya sabía: cómo gestionar un negocio y ayudarlo a crecer mes a mes, y también marketing digital, estrategia copywriting y mentalidad.

Beatriz Torres

redaccion Pregunta editada noviembre 24, 2022