El verano pasado, recién salida de una relación estable, Cobie-Ray Johnson se propuso tener 30 primeras citas para conocer gente nueva y mejorar sus habilidades sociales.
Al cabo de un tiempo, esta repartidora de mensajería y redactora independiente de Virginia, de 24 años, se dio cuenta de que se repetía un patrón. En todas las citas, cuando una persona se abría, hablaba sin pudor de muchos detalles personales.
A los 25 minutos de conocerse, una de las personas le habló de una enfermedad que ponía en peligro su vida. Al acabar la cita, Johnson lo sabía casi todo sobre la relación de esta persona con sus padres y los múltiples accidentes de coche traumáticos que habían sufrido.
En una cita diferente en la que la persona también comenzó a dar muchos detalles de su vida personal, Johnson afirma a Business Insider que al final se mostró muy, muy interesada en ella. “Pero yo estaba en plan: ‘No sabes lo suficiente sobre mí como para tener esos sentimientos. Simplemente estás así de interesada porque conozco muchos detalles personales sobre ti'”, razonaba Johnson.
Johnson no es la única de la generación Z a quien no le gusta compartir demasiado en una primera cita. Muchos jóvenes tiktokers se están mofando del “vertido de traumas” en las primeras citas, tanto si ven a otras personas hacerlo como si lo hacen ellos mismos. Varios miembros de la generación Z con los que hemos hablado afirman que el hecho de que los desconocidos se abran demasiado y demasiado pronto se está convirtiendo en una característica definitoria de su vida sentimental, y les está alejando por completo de las citas.
La generación Z es más abierta sobre la salud mental que las generaciones anteriores
Leah Aguirre, trabajadora social con sede en San Diego, describe ese “vertido de traumas” como “proporcionar información sensible antes de que una persona esté preparada o dispuesta a recibir la información”. Por eso no se trata sencillamente de compartir. Los millennials puede que se refieran a un comportamiento similar como TMI (too much information, en español, “demasiada información”), mientras que la generación X o los boomers seguramente lo describan simplemente como contarlo todo sobre ti.
Aguirre dice que en el vertido de traumas es habitual revelar tu historial de salud mental o experiencias pasadas dolorosas en la primera o segunda cita, antes de que sepas que realmente puedes confiar en la persona o que incluso está interesada en escucharlo.
“Al menos en internet, creo que se han deconstruido mucho las normas sociales o culturales, sobre todo en torno a las citas. Casi nos saltamos la formalidad, o nos sentimos más cómodos hablando de cosas más profundas en vez de intentar entablar una conversación superficial”, explica a Business Insider Iniko Thornell, de 25 años, directora de un laboratorio de Neurociencia en la Universidad de Nueva York.
Aunque las razones para hablar de los traumas tan pronto varían mucho, algunos expertos apuntan al hecho de que tantos miembros de la generación Z llegaran a la mayoría de edad durante la pandemia. Es posible que tengan menos experiencia estableciendo y manteniendo límites saludables.
Según una encuesta de 2019 de la Asociación Estadounidense de Psicología, también están más abiertos a compartir sus problemas de salud mental que otras generaciones, y a buscar ayuda.
Las políticas de identidad también desempeñan un papel importante. Una encuesta reciente, realizada por Business Insider en colaboración con YouGov, a 1.880 adultos estadounidenses revelaba que más del 26% de la generación Z se identifica como algo distinto a heterosexual. El tema de definir y delimitar las identidades sexuales y de género surgía a menudo en las primeras citas de Johnson.
Como Johnson se identifica como homosexual, dice que varias de las personas con las que tuvo citas empezaron preguntándole: “¿Cuándo te diste cuenta de que eras lesbiana?”.
Inevitablemente, se pasaba a temas más íntimos, como por ejemplo si las familias de ambas estaban enteradas de su homosexualidad. “Siempre daba lugar a conversaciones profundas, porque es una pregunta profunda para la mayoría de la gente”, explica la joven.
El problema, dice, es que estas conversaciones conducían habitualmente al vertido de traumas.
La generación Z comparte sus traumas para conectar más rápidamente
Para Thornell, abrirse mucho a un desconocido no tiene por qué constituir automáticamente un vertido de traumas, todo depende del contexto.
“Si es algo que parece natural en la conversación, personalmente no tengo demasiado problema con ello”, dice, y añade que si parece surgir de la nada o de una forma que da la sensación de que la persona no tiene otra salida para expresarse, entonces sí se habla de los traumas.
La línea que separa la vulnerabilidad sana de la descarga desconsiderada de información puede ser muy fina, sobre todo cuando la gente tiene muchas ganas de conectar, según Aguirre.
Jessica Walmsley, una creadora de contenido australiana de 21 años, dice que ha experimentado muchas veces el vertido de traumas en las primeras citas y cree que puede hacer que una relación avance demasiado rápido, tanto si la persona que lo hace es consciente de que está fabricando intimidad como si no.
“Es casi como si no pudieras dejarlos porque has pasado por las mismas cosas. Te entienden como nadie, y crean toda esta falsa sensación de seguridad a partir de ello”, explica Walmsley.
El vertido de traumas puede ser una forma de protegerse
Cada vez es más normal entre la generación Z poner etiquetas de identidad de género y sexualidad o diagnósticos de salud mental en sus biografías de las redes sociales. Aguirre, la trabajadora social, cree que algunos traumas pueden ser una forma de resumir rápidamente quiénes son y eliminar preventivamente a las personas que no los aceptan.
“A veces, creo que se hace para evitar futuros rechazos. Lo exponen todo: ‘Lo tomas o lo dejas, esto es lo que soy'”, señala Aguirre.
Para aquellos que se abren demasiado rápido, puede tener sentido ya que se trata de una forma de ir al grano, pero al hacerlo, podrían estar cerrándose la puerta a conectar con alguien sin darse cuenta.
“En realidad no están aportando nada más, no están hablando de sus intereses o sus valores, únicamente se están ‘sobreidentificando'”, opina Aguirre.
“Puede crear incluso una sensación de rechazo en una primera cita. Si una persona te cuenta demasiado cuando acaba de conocerte. ¿Cómo será en el futuro?”, reflexiona Walmsley.
Aguirre dice que esa sobreidentificación puede eclipsar otros aspectos de la personalidad de alguien. “No están hablando de sus intereses o sus valores o las relaciones que son satisfactorias en sus vidas”, comenta, lo que puede, irónicamente, llevar a una conversación vacía.
Los miembros de la generación Z lo detectan tanto en sí mismos como en sus citas
Por muchas críticas que reciban en Internet, muchos miembros de la generación Z admiten que también han hecho vertido de traumas.
“Cuando lo hago, es más bien hablando de mis experiencias pasadas y dejándome llevar por ellas. Empieza como un breve resumen de lo que he vivido y luego se convierte en una conversación de 30 minutos sobre ello porque profundizo mucho”, explica Paris Johnson, una joven de 19 años que trabaja en un supermercado Target en Kalamazoo, Michigan.
Thornell también ha admitido haber compartido sus traumas, y por eso no es tan crítica con otras personas que lo hacen. “Entiendo de dónde viene la necesidad de hacerlo: las cosas se acumulan y a veces no tienes la posibilidad de desahogarte con alguien”, señala.
“Definitivamente, yo también he compartido detalles personales demasiado pronto, especialmente cuando era nueva en el mundo de las citas y no había superado muchos de mis traumas. Estaba desesperada por que alguien me entendiera”, reconoce Walmsley.
Pero el trauma-dumping no significa que la generación Z tenga más dificultades que los boomers o los millennials. En todo caso, podría indicar una apertura y una disposición para reconocer sus contradicciones en comparación con generaciones anteriores.
Pero, sobre todo, los miembros de la generación Z son conscientes de que el camino hacia una conexión más profunda no es perfecto y puede implicar algunos excesos accidentales en el camino. “Nunca ha habido una reacción negativa cuando he compartido mis traumas. Normalmente, hacerlo invita a que la otra persona también lo haga”, dice Paris Johnson.