Si contratas un seguro de salud el motivo podría ser evitar largas listas de espera. Pero también que si un día aparece algo más serio que una gripe o el colesterol tengas acceso a tratamientos y especialistas. ¿Pero en realidad es así? ¿Qué ocurre cuando los asegurados enferman gravemente?
Las aseguradoras valoran a los futuros clientes y pueden escoger a quién no les compensa asegurar. Esto depende del coste estimado sobre cuánto les supondrá el asegurado. Por ejemplo cuando existe una patología previa, lo que denominan enfermedades preexistentes, esto puede provocar que la compañía deniegue la solicitud. O pueden imponer limitaciones, como la imposibilidad de acceder a tratamientos o consultas vinculadas a dicha enfermedad. La edad también conlleva ciertos impedimentos.
Antes de la contratación de un seguro, las aseguradoras solicitan completar un cuestionario de salud sobre enfermedades, lesiones o cirugías previas. Con esa información, se valora el riesgo que conlleva cubrir a una persona o las coberturas que incluye su poliza. Pero qué pasa cuando la enfermedad aparece después y esta es grave como una demencia o el cáncer.
Qué enfermedades graves cubren los seguros de salud
Si la enfermedad llega tras firmar el contrato, dependerá de la cobertura contratada.
Los seguros de salud disponen de coberturas para enfermedades graves, que pueden adelantar parte del capital, o su totalidad, en el caso de que le sea diagnosticado al asegurado un padecimiento de este tipo, explican desde Rastreator. “También es posible contratar una póliza específica para enfermedades graves.
Por enfermedad grave se entiende toda aquella condición médica que representa una amenaza significativa para la vida, la salud o la calidad de vida de una persona. Estas enfermedades suelen ser crónicas, debilitantes y con el potencial de causar complicaciones graves e, incluso, la muerte, matizan desde Atocha Seguros.
Entre las cubiertas, la mayoría de seguros de salud o vida siguen limitándose al cáncer, infartos, accidentes cerebro-vasculares y by-pass aortocoronario. “Sin embargo, los males asegurados dependen de la aseguradora en concreto y del tipo de póliza contratada”, añade Rastreator.
Entre las nuevas enfermedades graves que pueden encontrarse en pólizas se encuentra la esclerosis múltiple, el trasplante de órganos vitales, el alzhéimer o párkinson. En este sentido Caixa Bank lanzó en marzo de 2024 el primer seguro para cubrir la falta de autonomía producida por enfermedades neurodegenerativas, como la demencia.
Limitaciones frecuentes por enfermedad grave
Lo primero a tener en cuenta es que en cada compañía y cada póliza las limitaciones y las coberturas pueden cambiar. Como se ha visto el listado de “enfermedades graves” puede diferir.
También deben considerarse los límites económicos o el capital asegurado. Es decir la cantidad máxima de cobertura que la aseguradora está dispuesta a pagar por los servicios médicos o tratamientos. Así como el periodo de carencia.
A este respecto, desde Cigna aclaran que en general los seguros de salud no suelen incluir cuidado médico no aprobado—”Si no obtienes una autorización previa requerida para un cuidado o servicio, tu plan de salud podría negarte la cobertura”— ni tratamientos o procedimientos experimentales —Por ejemplo, cirugías que utilizan tecnologías o métodos nuevos que podrían no tener resultados comprobados—.
Para saber si tu poliza incluye cobertura de enfermedades neurodegenerativas como el alzhéimer u otros tipos de demencia debes revisar las cláusulas en el contrato.
Un enfermo de alzheimer puede necesitar la atención de varios profesionales de la salud: un médico de atención primaria que haga un seguimiento general y recete los medicamentoa necesarios. Además puede necesitar un especialista, como un neurólogo, un geriatra o la atención de otros profesionales de la salud, como un trabajador social y un enfermero.
Hasta el momento no existen tratamientos que curen esta enfermedad. Por lo que los seguros podrían incluir medicamentos “tradicionales” para el alivio de los síntomas, pero es de esperar que no incluyan ninguna terapia novedosa aprobada que haya mostrado beneficios. Como en el caso del cáncer es posible que esto deba ser costeado por el paciente, si se quiere probar.