No siempre es sencillo expresar de forma conveniente lo que sentimos. A veces, esta dificultad se traduce en una acumulación de emociones no procesadas, las cuales se manifiestan en problemas físicos y/o bloqueos.
Las emociones atrapadas son como pequeñas piedras en el zapato: nos causan incomodidad, dolor y entorpecen nuestro camino, hasta que nos liberamos de ellas.
Por lo general, detrás de un sentimiento «encapsulado» en nuestro cuerpo o mente hay heridas o experiencias traumáticas no resueltas, una baja inteligencia emocional o falta de autocuidado. Profundicemos un poco más al respecto.
¿Qué son las emociones atrapadas?
Este concepto se origina en el libro The Emotion Code de Bradley Nelson, un referente de la sanación emocional y energética. Antes de explorar su teoría, es fundamental aclarar que se considera una práctica alternativa y que aún no cuenta con un respaldo científico sólido.
Dicho esto, las emociones atrapadas son aquellas que no logramos expresar y procesar de manera adecuada. Quedan encapsuladas en nuestro cuerpo y, tarde o temprano, nos causan problemas en la salud física y/o emocional. Pese a la falta de consenso profesional, la conexión entre las emociones no elaboradas y los síntomas físicos (somatización), no es algo nuevo.
La ansiedad suele traducirse en problemas gastrointestinales. La ira reprimida es combustible para la hipertensión. Tampoco es casualidad que los niños tengan fiebre justo cuando sus padres están de viaje. Las enfermedades psicosomáticas dejan al descubierto la naturaleza emocional de algunas condiciones médicas.
Retomando las ideas de Nelson, cada emoción atrapada estaría vinculada a un punto o área específica del cuerpo. La biodescodificación comparte una perspectiva muy similar, al sugerir que cada síntoma o enfermedad tiene un significado simbólico concreto.
¿Dónde quedan encapsuladas las emociones que no expresamos?
La tabla de las emociones atrapadas es una herramienta que forma parte de la Terapia de Liberación Emocional (TLE). En el cuadro se enumeran distintos sentimientos displacenteros y se relacionan con una zona corporal u órgano.
Por ejemplo, el miedo se vincularía con el riñón, la tristeza con el pulmón, la ira con el hígado y los celos con los órganos sexuales. A continuación, compartimos el cuadro completo.
Aunque este enfoque recibe duras críticas debido a su falta de respaldo científico, la relación entre el cuerpo y las emociones es innegable. Estas nos brindan mensajes que necesitamos escuchar. Si hacemos oídos sordos a ellas, insistirían para que las escuchemos, a veces de formas dolorosas, incómodas o, en el peor de los casos, dramáticas.
¿Cómo saber si tengo emociones atrapadas?
Detectar si tienes emociones encerradas resulta un desafío. Sin embargo, hay algunas señales que sirven como indicadores, por ejemplo:
- Sientes bloqueo y estancamiento en tu crecimiento personal.
- Intuyes que hay algo profundo que no te permite vivir en paz.
- Tienes síntomas físicos inexplicables desde el punto de vista médico.
- Te percibes incapaz de lidiar con el estrés o las dificultades de la vida cotidiana.
- La intensidad de tus emociones y tus reacciones parecen excesivas para las situaciones que vives.
Si bien estos signos podrían indicar la presencia de emociones atascadas, no garantizan su existencia. Antes de llegar a esta conclusión, es importante considerar otros factores y buscar un análisis más completo de la mano de un profesional.
Cómo liberarlas
Una vez identificadas las emociones enredadas dentro de ti, es fundamental que encuentres vías de liberación. Eso sí; al igual que las manchas en la ropa, algunas pueden eliminarse fácilmente con un poco de esfuerzo, como lavarlas con agua y jabón. Mientras que otras resultan más persistentes y requieren técnicas bastante elaboradas.
Lo mismo sucede con las emociones atascadas. Algunas de ellas tienen un origen más profundo o llevan mucho tiempo encapsuladas. En estos casos, la liberación implicaría un trabajo intenso.
Terapias para tratar las emociones atrapadas
Poner en palabras lo que sentimos es crucial en este proceso. Por lo tanto, buscar ayuda a través de la psicoterapia tradicional es un buen primer paso para el desahogo emocional. Aquí, el foco estará en sanar heridas y trabajar en la gestión emocional. Además, existen otros enfoques complementarios.
Por ejemplo, la terapia EMDR se centra en el procesamiento de recuerdos traumáticos y emociones asociadas mediante movimientos oculares dirigidos. Sumamos la técnica de exposición, que implica exponerse de modo gradual a situaciones o emociones evitadas, permitiendo que aquello atrapado se active y procese de manera segura.
Otras formas de manifestación
También es necesario explorar otras formas de expresión, útiles tanto para prevenir como para liberar emociones reprimidas.
Expresión escrita
La escritura es como un portal hacia tu mundo interior más íntimo. Las palabras pueden guiarte a un mayor entendimiento y liberación.
Puedes elegir las técnicas que mejor se adapten a tus necesidades y preferencias; desde practicar journaling hasta redactar cartas que nunca enviarás, pero que te liberarán del peso de lo no dicho. Es una actividad de lo más versátil, ¡aprovéchala!
Expresión corporal
En este camino, no deberías pasar por alto el papel que juega el cuerpo. Bailar, hacer deporte, practicar yoga o tan solo dedicar tiempo a técnicas de respiración o de escaneo corporal, resultan una enorme ayuda para liberar emociones atrapadas. En definitiva, se trata de reconectar con el cuerpo de una forma más consciente y amorosa.
Expresión creativa
Al permitir que la creatividad fluya, le das rienda suelta a tus emociones de una manera única y transformadora. De hecho, varios estudios señalan que participar del arte es una de las principales formas de reducir los niveles de estrés y ansiedad. Entonces, ¿por qué no explorar este poder sanador en la pintura, la música o el teatro?
Lo que ahorras al principio, lo pagas después
A veces, tratamos de ignorar o guardar nuestras emociones en el sitio más recóndito de nuestra mente, pensando que así nos ahorramos problemas. Pero la verdad es que esas emociones no desaparecen; se acumulan y crecen como una bola de nieve, hasta que se vuelven casi inmanejables.
Aunque parezca mejor evitarlas, tarde o temprano, nos tocará lidiar con ellas. Para prevenir que nos pasen factura más adelante, es mejor abordarlas cuando corresponda.
No obstante, en este artículo aprendimos que, si llegamos al punto de que algunas de nuestras emociones están encapsuladas, no está todo perdido. Con el coraje de enfrentar tales sentimientos, podemos desenterrarlos, comprenderlos y procesarlos de modo más saludable y adecuado. Recuerda que el acompañamiento profesional también hace la diferencia en este proceso.