La llegada de las plataformas de streaming supuso un enorme soplo de aire fresco gracias a que ofrecían una enorme cantidad de series, películas y documentales a un precio francamente atractivo.
Ahora la historia es bien diferente. No solo han subido precios, sino que además la tendencia habitual pasa por cancelar series tras pocas temporadas, o incluso después de solo una. ¿Qué ha generado esto? La aparición de los canceladores de series.
Básicamente, son aquellos usuarios que no mantienen las mismas suscripciones a lo largo del año, sino que se dan de alta y de baja de forma recurrente y a conveniencia y lo hacen, principalmente, a modo de protesta contra estas prácticas de Netflix, Max, Disney Plus y compañía.
El motivo por el que se están cancelando tantas series es evidente: si un contenido no logra atraer suficientes visualizaciones durante los primeros días de su estreno, no se logra justificar sus enormes costos de producción.
Además, la dinámica del streaming prioriza las novedades constantes en detrimento de invertir en historias de varias temporadas que fidelicen a la audiencia. Al final, cuando las plataformas priorizan lo “nuevo” sobre lo “duradero”, corren el riesgo de perder a los suscriptores que buscan un compromiso a largo plazo con sus contenidos.
Y esto provoca que prácticamente la pescadilla se muerda la cola. Las plataformas estrenan series, pero como estos usuarios no están presentes hasta que acaban la temporada, los números no son positivos y se toma la decisión de cancelar algo que realmente sí podría funcionar.
Esto está provocando enormes pérdidas económicas de las plataformas de streaming, ya que se estima que un usuario genera entre 50 y 150 dólares anuales. A esto se suma una pérdida de reputación, ya que los usuarios no confían en las plataformas y puede que no vuelvan nunca.
¿Qué puede ocurrir entonces? Pues que básicamente las principales plataformas de streaming den un giro de 180º a su estrategia. ¿Cómo? Pues basándose en 3 pilares principales:
Primero, la apuesta por historias autoconclusivas de una sola temporada. Una miniserie, vamos. Aquí se puede poner como ejemplo Gambito de Dama, por ejemplo, que fue un enorme éxito para Netflix, ya que tiene un final cerrado.
Segundo, con el rescate de series canceladas. Algunas series han encontrado hogar en otras plataformas de streaming o han conseguido ser revividas gracias a la presión de los fans.
Y tercero, con un mayor diálogo con la audiencia. Algo que están haciendo algunos servicios como Prime Video, que han asegurado a los usuarios que van a escuchar sus demandas.
La clave de todo esto, al final, es conseguir un equilibrio entre plataformas y suscriptores y lo más importante es generar una confianza entre ambas partes, ya que si no están a la altura puede haber un éxodo masivo hacia otras plataformas más transparentes y comprometidas con las historias.