He visitado 8 países en el último año: esto es lo que cambiaré en 2024

Se puede decir que a lo largo de 2023 viajé bastante.

De enero a diciembre, tomé 17 vuelos, pasé tres noches a bordo de un crucero recién estrenado, estuve al menos 35 horas en varios trenes y no puedo calcular cuántas horas pasé en carretera en el coche recorriendo varios países de Europa.

Mi año comenzó volando a Múnich para pasar la Nochevieja y desde ahí fue un no parar de experiencias y, sobre todo, aprendizajes.

En febrero, cogí un tren nocturno que me llevó al norte de Alemania —pese a no estar acomodado para que los pasajeros pudieran dormir— y ya supe que había cometido mi primer error.

En abril, me desplacé por España en coche para conocer el pueblo de mi abuelo en Zamora y luego volé directamente a Mallorca para disfrutar de unos días de sol y playa.

El mes de mayo me llevó hasta Zúrich durante un fin de semana y en junio tuve la suerte de volar a Ámsterdam, donde pasé un par de días antes de embarcarme en un corto recorrido en crucero que acabaría en Copenhague.

Los meses de verano fueron una combinación de trenes y vuelos que me llevarían hasta diferentes puntos de la geografía española intentando huir del calor de la capital.

En octubre tomé el primer vuelo de larga distancia del año hasta Seúl (Corea del Sur) con Qatar Airways para poder asistir a la boda de unos amigos. En Asia logré perdonarme con los trenes que tanto dolor de cabeza me habían dado en Europa y decidí que eran mi modo de transporte favorito.

Escapé del frío de noviembre en un viaje exprés a Dubái a bordo de Emirates y acabé el año disfrutando de una espectacular nevada en los Alpes austriacos.

También he tenido la suerte de poder hacer pequeñas escapadas en coche a lo largo del año y, sorprendentemente, tras tanto ajetreo, solo tengo ganas de más y más viajes en 2024. Aún queda mucho mundo por ver.

Después de muchos errores y unas cuantas lecciones, tengo claro que este año tendré en cuenta muchas cosas en los viajes que espero hacer.

Los trenes son el transporte más cómodo, pero he aprendido que tienen más complejidad que comprar un billete cualquiera

Durante el último año he pasado muchas horas a bordo de trenes en España, Alemania y Corea del Sur.

Aunque he llegado a la conclusión de que es mi modo de transporte favorito por su flexibilidad y comodidad, he aprendido que la experiencia cambia mucho según donde viajes.

Por ejemplo, los billetes de tren en Alemania no te aseguran un asiento a no ser que pagues un extra por ello. Esto es algo que aprendí cuando en un viaje de seis horas vi que todas las plazas estaban reservadas y yo tuve que hacer todo el recorrido a pie o sentada sobre mi maleta.

En mis viajes por España he descubierto que pagar un poco más por un asiento mejor puede hacer que el trayecto mejore considerablemente si eres como yo y prefieres los viajes tranquilos y sin mucho alboroto alrededor.

Mi objetivo este 2024 es probar un tren nocturno adaptado para que los pasajeros duerman a bordo. Así sabré si realmente merece la pena evitar el caos de los aeropuertos que tanto hemos sufrido este verano —y seré una viajera algo más sostenible—.

Me encanta viajar en crucero, pero noto que me agobio si no puedo probarlo todo, por lo que tal vez me conviene navegar en barcos más pequeños

En 2022, me embarqué en mi primer crucero. Pasé una semana recorriendo el Golfo Pérsico con total tranquilidad para probar todo lo que el barco tenía que ofrecer con el añadido de que aún eran palpables los estragos de la pandemia y el barco no estaba lleno.

Sin embargo, durante mi corto viaje por el mar del Norte esta primavera me sentí ansiosa por querer probarlo todo y no tener tiempo para ello. Sentía algo de culpabilidad por no poder aprovechar todas las instalaciones ni disfrutar de todos los espectáculos a bordo.

Como mi objetivo en un crucero es relajarme, creo que me convendría embarcarme en un buque algo más pequeño y con una oferta más limitada que no me haga querer levantarme de la hamaca por miedo a perderme algo.

Siempre que pueda, evitaré viajar en agosto o Navidad

Gracias a mi trabajo, tengo la gran suerte de poder viajar fuera de temporada a lugares normalmente abarrotados.

Soy consciente de que no todo el mundo puede viajar fuera de los meses de verano o las fiestas Navideñas, especialmente cuando se tiene hijos en edad escolar; pero si yo puedo evitarlo, sin duda lo haré.

La decisión la tuve clara cuando a mediados del mes de abril, cuando ya habían pasado las vacaciones de Semana Santa, pasé una semana en Mallorca y aluciné con la cantidad de turistas que encontré en las playas. ¡Incluso invadían mi espacio personal con su toalla y llegaban a colocarse bajo mi sombrilla! No quiero ni imaginarme cómo estarán los destinos más populares en temporada alta y, la verdad, prefiero no tener que descubrirlo.

De la misma manera, visitar ciudades europeas en las semanas de Navidad puede ser muy bonito, pero la magia se va cuando no puedes ver las atracciones turísticas por la masa de visitantes. Tengo claro que no volveré a cometer ese error y solo visitaré a mi familia en el pueblo esos días.

Aunque me aseguraré de no estar totalmente fuera de temporada o coincidir con un festivo local

En mi viaje de un fin de semana a Zúrich pude visitar la ciudad el domingo, ya que tenía la agenda muy apretada durante el sábado. Pese a ser consciente de ello, no caí hasta el último momento en que todo está cerrado ese día en la ciudad suiza y me conformé con recorrer sus calles.

De la misma manera, solo me enteré de que era festivo en Corea del Sur cuando fui a reservar alojamiento en una popular ciudad costera y todo estaba agotado. Tuve que cambiar mis planes y acabé en un pueblo muy acogedor del centro del país, pero donde noté el exceso de turistas nacionales en cada monumento que visitaba.

Creyendo que ya había aprendido de mis fallos, mi sorpresa llegó cuando a principios de diciembre pasé un fin de semana en Austria y el 99% de los restaurantes y tiendas estaban cerrados, ya que estaban tomándose un descanso antes del comienzo de la temporada de esquí.

En definitiva, sin duda miraré mejor el calendario este 2024.

Los planes pueden cambiar a última hora y hay que estar preparado para ello tanto mental como logísticamente

Mis planes este otoño incluían un viaje a Filipinas después de dos semanas recorriendo Corea del Sur. En el último momento, los planes cambiaron y tuve que volver a casa sin pasar por el archipiélago asiático.

Gracias a que contaba con un seguro de viaje (imprescindible siempre que voy al extranjero), el vuelo de vuelta no supuso ningún problema. Hay que ser consciente de que los imprevistos siempre pueden ocurrir y hay que estar preparado para ello.

Visitar únicamente las grandes capitales puede hacer que me pierda gran parte de la magia de los destinos

Para mi aventura por Corea del Sur, reservé varios Airbnb tanto en grandes ciudades como en pequeños pueblos tradicionales.

Aunque Seúl me encantó, no cambiaría por nada la experiencia de poder alojarme en una casa tradicional a las afueras de un pueblo para ver cómo es la vida más allá de la gran metrópoli.

El año que viene tengo previsto visitar más destinos pequeños en mis viajes en lugar de solo explorar las grandes ciudades.

Cómo hago la maleta puede afectar mucho a cómo me siento durante el viaje

Aunque tardo bastante en preparar la maleta, lo cierto es que pongo muy poco cuidado en lo que llevo en mis viajes. Nunca pienso la ropa que me voy a poner y, como mucho, miro el tiempo que hará en mi destino para no pasar mucho frío o calor.

Sin embargo, me sentí muy aliviada cuando por casualidad vi en la web del hotel que iba a visitar que el establecimiento tenía un dress code y pude preparar mi equipaje acorde a ello. El hotel en el que me alojaba tenía una clientela muy enfocada al lujo y si no hubiera ido vestida correctamente me hubiera sentido totalmente fuera de lugar.

Noto que cada vez que me equivoco con la ropa elegida para un viaje no me siento del todo cómoda, por lo que mi objetivo este año es dedicar algo más de tiempo a pensar cómo quiero sentirme y apostar por los conjuntos que sé que serán un acierto seguro evitando innovar cuando no tengo un plan B en mi maleta.

No necesito tanto equipaje, especialmente en un viaje de mochilera

Tenía claro que mi viaje por Asia iba a ser con mochila. Sin embargo, la cosa se complicó cuando empecé a prepararla y vi que nada me cabía: necesitaba ropa de otoño (la más complicada, ya que puede hacer muy buen o muy mal tiempo), además de ropa formal para la boda a la que iba a asistir.

Al final llené la mochila de ‘por si acasos’ y acabé necesitando otra más pequeña en la que llevar todo lo que no fuera ropa, como mis dispositivos electrónicos. Después de varios aviones, trenes y alojamientos, puedo afirmar que llevar tanto equipaje fue un error garrafal, sobre todo cuando la mitad de la ropa quedó sin usarse.

Noto que me cuesta tirar de la gente cuando no vamos al mismo ritmo

Al igual que cuando vas a la montaña con gente que tiene diferentes niveles de esquí, viajar con personas que no llevan tu ritmo puede hacer que te frustres por tener que esperar al resto o por ver que llevan un trote muy superior al tuyo.

Por ejemplo, para mí es imprescindible sentir la tranquilidad de llegar al aeropuerto con tiempo. Cuando voy con gente, me pongo nerviosa si tengo que esperar y siento que puedo perder el avión. De la misma manera, apenas necesito hacer paradas cuando estoy visitando una ciudad y estoy algo intranquila cuando mis acompañantes son muy lentos y nos retrasamos mucho en cada sitio.

Por ello, en 2024 me gustaría probar a recorrer un destino totalmente sola para probar cómo es explorar un nuevo lugar completamente por mi cuenta.

El asiento del vuelo puede cambiar totalmente la experiencia a bordo

Yo solía pensar que pagar por elegir tu asiento en el avión era un capricho totalmente innecesario. Me equivocaba.

Después de varias ocasiones en las que he tenido mala suerte con el asiento que se me ha asignado aleatoriamente, ahora valoraré más si de verdad quiero ahorrarme el precio de poder elegir dónde pasar varias horas surcando los cielos.

Sin duda, no quiero volver a recorrer el planeta pegada a la cocina del avión ni a los baños.

Ya estoy planeado mis viajes de 2024, un año en el que espero probar muchas cosas nuevas y seguir descubriendo el mundo aprendiendo de mis errores como viajera

Estoy muy contenta de todas las oportunidades que los últimos 12 meses me han brindado en lo que a viajes se refiere y estoy deseando que 2024 me traiga una lista muy larga de anécdotas y aprendizajes de mis aventuras por el mundo.

Andrea Gómez Bobillo

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