Mi padre me mandó una ‘carta de amor financiera’ a los 76 para decirme qué hacer cuando muriese (y yo haré lo mismo con mis hijos)

Hace unos años, mi padre, de 76 años, me dio un archivo etiquetado como “carta de amor financiera”, que contenía una copia de su testamento y otras instrucciones sobre qué hacer si quedaba incapacitado o fallecía.

La carta contenía los números de contacto de su abogado y de su banco, así como contraseñas y otros datos confidenciales. Le eché un vistazo y la guardé en mi archivador.

Este año, nos envió a mi hermana y a mí un nuevo apéndice: sus órdenes de cuidados avanzados. Vi en el documento que lo había redactado con un abogado especializado en sucesiones. Como hija mayor, el documento me otorgó poder notarial en caso de que no pudiera tomar sus propias decisiones.

También soy el albacea —la persona nombrada por el autor de la herencia con objeto o fin de ejecutar y hacer cumplir su voluntad en los términos de su testamento— de su herencia cuando llegue el momento.

Es más que un testamento

La directiva de cuidados avanzados también explica en términos inequívocos lo que mi padre quería exactamente para sus intervenciones médicas, procedimientos funerarios e incluso elecciones musicales si sufría un derrame cerebral o algo similar y no podía valerse por sí mismo.

En Acción de Gracias, nos dio a mi hermana y a mí un archivo actualizado con su nuevo testamento, la directiva de cuidados avanzados y un USB con los documentos en versión digital. También me dijo que tenía copias impresas de todo en una caja de seguridad de su banco a la que yo tenía acceso. 

Visité a mi mejor amiga de la infancia en mi fin de semana de vacaciones en casa y le conté todo sobre la carta de mi padre. Aunque sus padres están vivos y, por tanto, son albaceas testamentarios el uno del otro, la animé a que les preguntara si tienen todo este tipo de cuestiones preparadas por si le pasa algo a uno de ellos —o a ambos—.

Aunque es morboso pensar en la muerte de nuestro padre, mi hermana y yo hablamos de la carta y decidimos que estamos muy contentas de que se haya tomado la molestia de decirnos exactamente cómo quiere que sea todo. No hay zonas grises sobre quién se queda con qué bienes o qué porcentaje de su herencia corresponde a cada una.

No voy a tener que debatir con mi hermana sobre si quiere reanimación o cuidados prolongados en el caso de encontrarse en estado vegetativo o si ha llegado a las últimas fases de una enfermedad degenerativa, ya que él ha dejado todo eso estipulado. También me dijo que, si necesitaba cuidados, podía trasladarle a un centro cercano.

Además, mi padre también planificó y pagó su funeral, reservó la parcela en el cementerio junto a nuestra madre y me dio instrucciones paso a paso sobre con quién hablar para vender su casa y dividir sus bienes.

Tiene un par de beneficiarios más en su testamento, y me dio instrucciones sobre cómo funcionan. Su abogado le aconsejó que no nos dijera ninguna cantidad concreta de dinero para reducir posibles conflictos, lo cual, aunque justo, espero que sea innecesario.

Ahora estoy inspirada para escribir una carta similar para mis propios hijos

El exhaustivo trabajo de mi padre me recordó que nunca actualicé mi testamento tras el divorcio. Tampoco puse a mi nombre el fondo para la universidad de mis hijos.

Tengo que crear un fideicomiso para ellos, de modo que si yo muero, su padre tenga acceso a mi patrimonio para utilizarlo en el cuidado de nuestros hijos.

Si, de algún modo, mi exmarido y yo morimos antes de que mis hijos sean adultos, tengo que asegurarme de que los parientes más próximos de mis hijos estén debidamente reconocidos y de que el fideicomiso vaya a ellos. 

El papeleo no es divertido y hay que pagar a un abogado para que te ayude. Sin embargo, tenerlo todo preparado para que tu familia u otro beneficiario sepa qué hacer cuando mueras o estés demasiado enfermo para cuidar de ti mismo es un verdadero acto de amor.

Mi padre dice que va a vivir hasta los 92 años. Espero que lo consiga y que sea feliz y goce de buena salud. Dicho esto, me siento muy aliviada de que, cuando ocurra, esté claro cómo honrarle mejor y seguir adelante con paz y claridad.

Andrea Núñez-Torrón Stock

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