Te has sentido aliviado después de una buena llorera. No eres el único. Mucha gente lo ha sentido. Es más, la ciencia lleva tiempo preguntándose por qué pasa eso, si es que pasa.
Y es que resulta que dejar que las emociones fluir a través de tus ojos puede ser catártico. Ya lo dijo el poeta romano Ovidio: “Es un alivio llorar, las penas se desahogan y son arrastradas por las lágrimas “. El llanto puede reducir el estrés, estrechar vínculos, y reducir el dolor físico.
No todas las lágrimas son iguales
Lloras cuando estás triste. También lo haces ante una felicidad extrema, de risa o cuando estás agotado o enfermo. Eso es porque como ser humano eres capaz de producir lágrimas emocionales, una capacidad que te diferencia del resto de animales.
Los científicos dividen el producto líquido del llanto en tres categorías distintas: lágrimas emocionales, reflejas y lágrimas continuas. Las dos últimas sirven para eliminar residuos de los ojos y lubricarlos para ayudar a protegerlos de las infecciones. Su contenido es 98% agua.
En cambio, aquellas producto de un estado mental llevan una composición distinta: el llanto libera oxitocina y endorfinas. “Estas sustancias químicas que nos hacen sentir bien ayudan a aliviar el dolor físico y emocional”, explican desde Harvard.
Por qué te sientes bien después de llorar
Como seres sociales, “puede ser una forma de manifestarle a los demás nuestro estado mental y buscar consuelo”, explica el investigador científico de la BBC, Adam Rutherford. Esta idea por tanto equipara el llanto en adultos con el de los niños o bebés y este no sea más que una llamada de atención, una forma de mostrar nuestro estado emocional y pedir apoyo.
Sin embargo, la mayoría de adultos suelen llorar cuando están solos. Eso explica por qué corres al baño de la oficina cuando ves que no puedes controlar las lágrimas.
Llorar parece ser asimismo una vía de escape para aquellas emociones que no podemos verbarlizar.
El desencadenante emocional más común del llanto, según los estudios, es un sentimiento de impotencia o desamparo, a menudo combinado con otras emociones como la tristeza, la ira, el miedo o la decepción. En el caso de las emociones “positivas”, las lágrimas están particularmente asociadas con sentimientos de estar abrumado por la alegría, la euforia o la gratitud. Por lo tanto, “las lágrimas pueden reflejar en realidad sentimientos que no se pueden expresar o consumar en otros comportamientos”, reflejan las investigaciones.
Tras el llanto, el sistema nervioso parasimpático toma el mando. Eso, según la psicóloga de la Cleveland Clinic Grace Tworek permite salir de la respuesta de “lucha o huida” que se activa ante situaciones estresantes.
“Es probable que el escudo no desaparezca por completo”, matiza Tworek. “Pero tal vez ahora estés a unos cuantos metros de distancia, o lo suficientemente alejado [de la causa] como para que puedas comenzar a ver a tu alrededor”.
El contexto importa para sentirte bien
Sin embargo no todo el mundo se siente bien después de llorar. Las investigaciones que se han centrado en este tema han descubierto dos cosas: el contexto importa y el bienestar parece llegar a largo plazo más que de forma inmediata.
Uno de los estudios más relevantes, de 2008, estudió el llanto en más 4.000 adultos jóvenes de 30 países. Concluyó que la mayoría de ellos manifestó mejoras en su bienestar físico y mental después de un episodio de llanto. Sin embargo también hubo quien no experimentó cambio alguno e incluso se sentía peor después.
La diferencia parecía recaer en la situación que acompañó al llanto. Es fácil entender que no es lo mismo llorar solo en casa o acompañado de gente de confianza que hacerlo en el metro o en pasillo de congelados del supermercado. Las primeras situaciones son escenarios seguros en los que incluso se puede obtener apoyo o consuelo mientras que en las segundas puede impornerse una sensación de sentirse observado o estar siendo cuestionado.
Aquí también parecía influir la educación recibida. Los que crecieron en un entorno en el que no estaba bien visto mostrar emociones o llorar es más fácil que se sientan incómodos al hacerlo. No obstante, el estudio también descubrió que cuando las personas intentaban reprimir u ocultar su llanto, también terminaban sintiendo menos alivio después.
La University in The Netherlands pidió a 97 mujeres que llevaran un diario de llantos. Los investigadores analizaron un total de 1004 episodios. De forma simular encontraron que los beneficios del llanto, cuando ocurren, están determinados por el entorno social y las características afectivas de la persona que llora.
En 2015 otro trabajo se centró en los llantos producidos tras ver una película en diferentes momentos de tiempo. Descubrió que en general para aquellos que habían llorado, tras el deterioro inicial del estado de ánimo después del llanto, lleva algún tiempo para que el estado de ánimo volviera a ser incluso menos negativo que antes del visionado.
Como concluye el estudio de 2008: “¿Llorar brinda alivio?” no es la pregunta adecuada, sino que la mejor alternativa es “¿Para quién y bajo qué condiciones específicas el llanto brinda alivio?” Más precisamente, las características de la persona, la naturaleza del antecedente específico del llanto y las reacciones de los demás parecen determinar cómo se sienten las personas después de haber llorado”.