En teoría, el proceso de creación de riqueza es sencillo: gastar menos de lo que se gana, mantener un nivel bajo de endeudamiento e invertir el 15% o más de los ingresos. Tras unos 20 o 30 años de disciplina y austeridad, podrías jubilarte siendo rico.
Ese era el modelo de creación de riqueza que yo había adoptado, el camino de menor resistencia y la ruta más contrastada hacia la libertad financiera que seguí durante la mayor parte de mi carrera como el mejor asesor financiero que podía ser.
Cada uno de los clientes de alto patrimonio neto con los que me reunía era la confirmación de esta estrategia, porque la mayoría de ellos tenían entre 50 y 60 años y habían alcanzado la meta del millón de dólares retrasando la gratificación y planeando a largo plazo.
Pero por muy probado que esté ese método, no significa que seguirlo durante décadas sea fácil.
La conversación que cambió mi forma de pensar
Las finanzas personales son esencialmente una serie de equilibrios. Gastar y disfrutar de la mayor parte de tu dinero ahora o retrasar los lujos a cambio de una jubilación cómoda en el futuro. Otro ejemplo común es sacrificar el equilibrio entre la vida laboral y la personal y las largas horas de trabajo a cambio de un salario más alto.
Estas disyuntivas me parecían inevitables, así que opté por el enfoque modesto pero coherente de la creación de riqueza y retrasé muchas de las experiencias de estilo de vida que realmente quería disfrutar.
Eso cambió cuando entrevisté a Grant Sabatier —que entonces tenía 30 años— para un programa de radio local de Nueva York, Estados Unidos, en 2019. Había amasado un patrimonio neto de 1,25 millones de dólares en solo cinco años.
A mitad de la entrevista, le pregunté a Sabatier qué podía hacer una persona de a pie para lograr resultados similares. Quería saber cómo acelerar el proceso de creación de riqueza y, al mismo tiempo, disfrutar de los frutos de un duro trabajo.
“Creo que lo más importante es saber realmente qué te hace feliz en la vida“, empezó diciendo Sabatier. “La pregunta más importante no es cuánto dinero necesitas, sino qué tipo de vida quieres vivir”.
Siguió contándome que a sus 25 años se sentó y enumeró las 10 cosas que le hacían más feliz.
Ocho de ellas, entre las que estaba pasar más tiempo con la familia, eran gratuitas, y las otras dos eran “bastante baratas”. El siguiente paso fue preguntarse: “¿por qué no puedo optimizar mi vida para tener más tiempo para hacer estas cosas? Me di cuenta de que necesitaba mucho menos dinero del que pensaba para ser feliz“, concluía Sabatier.
En ese momento de la entrevista, todo empezó a cobrar sentido para mí.
Empecé a reorganizar mis propias finanzas para adaptarlas mejor a la vida que realmente quería vivir. Desde aquella conversación de 2019, me he convertido en propietario de una vivienda y he aumentado mis ingresos en 50.000 dólares, y, a la vez, me mantengo en el buen camino para pagar mis préstamos universitarios y viajar por el mundo.
Estos son los pasos que di para crear y mantener el equilibrio en mi vida financiera:
Hice una lista de las cosas que me hacen feliz
Empecé haciendo una lista de las cosas que me hacen feliz. En este paso, no limité la lista en función de cuánto cuesta algo o de las restricciones del tiempo que llevaban.
Ver la temporada de fútbol universitario en otoño es algo que me hace feliz, por ejemplo. Así que asistir a más partidos en directo era algo que quería incluir en mi lista. En Oklahoma (EEUU), el fútbol universitario era nuestro rito de iniciación, y ver partidos me recuerda a aquellos sábados por la mañana —una tradición que continúo con mis hijos—. Pero no había asistido a un partido en directo.
Otro punto de mi lista era aprender a tocar un instrumento. Y debido a las exigencias de mi carrera, a menudo sentía que no tenía tiempo. Pero lo añadí a la lista.
Dividí la lista en objetivos más pequeños
Para que mi objetivo fuera viable, decidí ir a un solo partido de fútbol importante al año.
Dependiendo de tus objetivos, puede que no sea factible o realista abordarlos todos a la vez. No pasa nada. Aquí es donde deberías dividir tus objetivos en sprints, pequeños objetivos e hitos que no te alejen de tus metas financieras a largo plazo.
Calculé el precio de mi lista
Después, hice estimaciones de lo que costaría cada cosa. Cuando estuve preparado para aprender a tocar un instrumento, por ejemplo, empecé comprando una trompeta usada por unos 300 euros en 2021 y, a medida que mejoraba, me compraba una nueva.
Si uno o varios de los puntos de la lista incluyen un viaje, por ejemplo, puedes hacer un presupuesto —porque probablemente aún no hayas fijado una fecha—. Y si quieres aprender algo nuevo, valora antes cuánto te costarían unas clases particulares durante unos meses o busca artículos de segunda mano más baratos para empezar.
Optimicé mis ingresos y mi horario de trabajo
La parte más decisiva de este proceso fue organizar mis finanzas y mi tiempo para poder financiar el estilo de vida que quería y, al mismo tiempo, asegurar mi futuro económico.
Para ello, reservé el 5% de mis ingresos trimestrales y lo gasté exclusivamente en entradas para partidos y clases de música. El 95% restante lo destinaba a pagar impuestos, invertir y saldar la deuda estudiantil.
Esto tuvo dos efectos: no sólo me ayudó a alcanzar partes de mi estilo de vida ideal en el presente, sino que también me ayudó a evitar el agotamiento, porque una parte de mis ingresos estaba reservada para derrochar en una experiencia emocionante.
También me ayudó realizar menos tareas que me consumían mucho tiempo, como la planificación financiera personalizada. En su lugar, opté por realizar tareas más eficientes para mí, como las conferencias —que equivalían a cinco clientes de asesoramiento—. Así tuve más tiempo para estar con mi familia y aprender cosas nuevas y divertidas.
Con demasiada frecuencia, vemos términos como el presupuesto y la planificación como restrictivos, pero pueden usarse para derrochar estratégicamente en cosas que te dan alegren la vida hoy.
Hay una cita célebre que dice: “Haz hoy lo que los demás no hacen, para que mañana puedas vivir como los demás no pueden”. Y yo he aprendido que las finanzas no tienen por qué ser algo binario. Cuando alineas tus finanzas con las cosas que te hacen feliz, eso te ayuda a concentrarte más y a mantenerte en el camino hacia tus objetivos financieros a largo plazo.