Soy una viajera introvertida que prefiere las islas remotas a las ciudades bulliciosas. Por eso, cuando mis suegros, amantes de los cruceros, quisieron hacer un viaje internacional, sabía que la experiencia me sacaría de mi zona de confort.
Nunca había estado en un crucero, pero supuse que estaría continuamente abarrotado, sería ruidoso y me costaría distanciarme de los demás.
Sin embargo, durante el tiempo que pasé a bordo, puse en práctica algunos consejos y trucos que me ayudaron a pasar de la saturación propia de los introvertidos a la tranquilidad de las vacaciones.
He aquí cómo conseguí que mi primera experiencia en un crucero fuera agradable.
Averigüé las horas de mayor afluencia del barco y planifiqué en consecuencia
Una de las primeras cosas que noté en el crucero fue que algunos lugares –como los bares, las piscinas, las colas del bufé y el gimnasio– se abarrotaban rápidamente.
En lugar de tratar de sentirme cómoda en estas situaciones, busqué momentos distintos para visitarlos. Por ejemplo, mi marido y yo solíamos levantarnos temprano para ir al gimnasio o al bufé antes de reunirnos con mis suegros más tarde.
En lugar de comer en las zonas comunes, también me llevaba la comida al camarote, lo que me permitía reponer fuerzas.
Ahorré energía participando en pocas actividades al día
Conservé mi energía eligiendo únicamente unas pocas actividades en las que participar cada día. Al planificar el viaje, mi marido y yo decidimos qué actividades queríamos hacer solos y dejamos abierta la posibilidad de que mis suegros nos acompañaran en otras ocasiones.
Aunque hice algunas excursiones organizadas por la compañía de cruceros, me resultó más cómodo reservar mis propias actividades con antelación. Pude ver más cosas porque solo viajaba con mi marido, y además tuvimos una experiencia personalizada y pudimos dedicar más tiempo a nuestros lugares preferidos.
Además, al elegir entre excursiones en grupo y actividades con mi pareja, podía controlar el tiempo que pasaba con la gente.
Aunque en general haya participado en menos actividades, ser selectiva me ha permitido estar presente en lugar de sentirme agotada y sobrecargada.
Me tomé un tiempo para recargar las pilas
Por suerte, tenía un pequeño balcón fuera de mi camarote, el cual podía utilizar para relajarme después de estar rodeada de gente. Creo que merecía la pena tenerlo para poder recargar mi batería social.
También llevaba una mochila con un libro y un diario y pasaba tiempo en las zonas del barco reservadas a los adultos, que solían ser más tranquilas.
Por las noches, incluso iba sola a la piscina mientras mi marido y mis suegros socializaban.
En general, mi primer crucero fue una gran experiencia
Tenía muchas dudas sobre mi primer crucero, pero acabé disfrutando de la experiencia. Con algunas estrategias sencillas, pude apreciar mi tiempo a bordo y en los puertos de escala.
Pude visitar nuevos lugares con gente a la que quiero a pesar de viajar de una forma que parecía contraria a mi naturaleza introvertida.
Al final del viaje, descubrí que no hay nada que aporte más tranquilidad que estar en un barco en medio del océano, una vez que he aprendido a controlar a las multitudes.