¿Ir de viaje puede salvar tu relación de pareja?

Si la comunicación e intimidad en la pareja fallan, un cambio de aires podría ayudar; pero no siempre es suficiente. Descubre qué necesita un viaje para favorecer a una relación en crisis.

Todas las relaciones de pareja atraviesan momentos difíciles. Hay épocas en las que la comunicación no fluye, la intimidad emocional se ha perdido progresivamente y las dudas acerca del vínculo asaltan a ambos miembros. En estos casos, salir de la rutina y planificar una escapada lejos de las obligaciones cotidianas parece la solución a los problemas. Pero, ¿realmente ir de viaje puede salvar tu relación?

Esta es una opción a la que muchas personas recurren y de la que varias afirman que ofrece buenos resultados. Sin embargo, en ocasiones puede no ser más que una huida hacia adelante, que sirve como parche temporal a las dificultades o que directamente empeora su situación. Todo esto depende de una serie de variables que analizamos a continuación.

Ir de viaje puede salvar tu relación

La idea de que una escapada en pareja resulte beneficiosa no es descabellada ni ingenua. De hecho, algunos estudios apoyan esta hipótesis. Concretamente, se ha encontrado que los viajes compartidos aumentan la satisfacción, reducen la probabilidad de divorcio o separación, mejoran la comunicación y ayudan a ensanchar el espacio de intimidad. Esto ocurre por factores como los siguientes:

  • El ocio compartido en pareja se correlaciona con el bienestar y la satisfacción de sus miembros. Y, sin duda, una escapada ofrece la opción de dedicar más tiempo a este entretenimiento conjunto.
  • En la vida cotidiana el tiempo dedicado a la vinculación familiar y de pareja se reduce cada vez más, debido a las obligaciones laborales y personales. Así, durante un viaje es posible disfrutar de un mayor tiempo compartido que permita regenerar esa intimidad emocional.
  • Además, se ha visto que viajar es una fuente de emociones positivas. Planificar un viaje y llevarlo a cabo genera ilusión, alegría, entusiasmo y bienestar; y esto, por supuesto, repercute en el modo en que nos relacionamos con otros. Al estar más relajados somos también más tolerantes y amables y estamos más dispuestos a colaborar y negociar.
  • Ir de viaje es también una excelente oportunidad para mejorar la comunicación, especialmente en aquellas parejas en las que esta normalmente falla. Y es que al salir del hogar y cambiar las rutinas damos pie a la transformación de dinámicas diarias en las que estamos tan inmersos y no siempre son las más positivas. En un nuevo destino, la comunicación quizás fluya y los intercambios positivos sean más frecuentes.

Necesidad de otras medidas

Pese a los anteriores beneficios, no siempre ir de viaje puede conseguir que una pareja salga de un momento crítico. Hay que tener en cuenta que estas ventajas pueden ser temporales y, al volver al hogar, los problemas comunicativos, el estrés y la falta de compromiso seguirían presentes.

Además, una escapada compartida sirve para afianzar los lazos en aquellas parejas que ya funcionan o que tienen problemas superficiales, puntuales o de poca gravedad. En cambio, si se atraviesa una crisis profunda, las dificultades no se resolverán por sí solas, incluso es posible que incrementen.

Por un lado, el viaje puede suponer un paréntesis de fantasía que parezca haber evaporado los problemas de la pareja mágicamente; pero al retornar a lo cotidiano será necesario negociar, dialogar, tomar decisiones y sacar adelante el proyecto común de nuevo, y las dificultades al respecto seguirán intactas. Aparte, si la pareja tiene conflictos serios, verse confinados juntos en un nuevo destino, sin posibilidad de distanciarse, quizás detone los reproches, el resentimiento y la insatisfacción.

Un viaje puede salvar tu relación si cumple algunos requisitos

En general, una crisis de pareja no desaparece con una huida ciega y temporal hacia nuevos lugares, sino que es necesario que a este tipo de medidas vaya asociada una revisión profunda y compartida. Así, dejamos algunas propuestas que pueden guiar esta reflexión.

  • ¿Qué dificultades hay en la relación? ¿Qué está ocurriendo que antes no sucedía? Esto puede variar en cada caso e ir desde conflictos constantes hasta cierta indiferencia, ausencia de ilusión o falta de algún componente básico. Siguiendo la teoría triangular de Sternberg, en función de si falta pasión, intimidad o compromiso, hay diferentes tipos de relaciones con sus propias características.
  • ¿Cómo me siento? ¿Qué necesito de la relación? Un buen punto de partida es comenzar a analizar desde el Yo, en lugar de centrarnos en buscar los defectos o los fallos del compañero. Conocernos, explorarnos e identificar nuestras emociones y necesidades es crucial para después poder comunicarlas.
  • ¿Qué puedo hacer para mejorar? ¿Qué puedo aportar al vínculo? Es clave asumir la responsabilidad al respecto, aceptar nuestros propios errores o áreas de mejora y comprometernos a trabajar en ellas. Tal vez detectes que necesitas ser más asertivo, más paciente o más empático con tu pareja, y aprender a hacerlo marcaría la diferencia.

Soluciones conjuntas

Solo cuando ambos miembros analicen su propia situación interna podrán ponerla en común y buscar soluciones conjuntas. Estas van desde implementar algunos sencillos cambios, como tener una cita mensual, hasta tomar la decisión de buscar ayuda profesional. En cualquier caso, esta reflexión previa es fundamental y, ¿por qué no?, un viaje puede ser el momento adecuado para llevarla a cabo.

Ahora bien, es pertinente tener en mente que este es el propósito del viaje y encontrar así espacios individuales para la introspección. El cambio de aires y la falta de obligaciones pueden ayudarnos a centrar la mente en las necesidades de la relación. Sin embargo, también puede ser positivo viajar por separado o incluso realizar este proceso desde el hogar. Finalmente, un viaje no puede salvar tu relación si no se realiza el trabajo adicional que se requiere.

Elena Sanz.

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