Los 7 traumas más graves durante la infancia

Los traumas más graves durante la infancia dejan huellas latentes que siguen teniendo efecto en la etapa adulta. Simplemente, están en lo profundo de la mente y del corazón, y se manifiestan como malestar, trastornos o dificultades para alcanzar una vida plena. ¿Cuáles son?

Los traumas más graves durante la infancia suelen derivar de situaciones en las que los pequeños perciben que está en peligro su vida o la de las personas significativas en su crianza. En particular, de la madre o el padre.

Los traumas de la infancia pueden dejar huellas que duren toda la vida, en especial si son graves. ¿Qué los hace más intensos? El grado de daño perpetrado, su frecuencia, la edad a la que se produce, los recursos psicológicos disponibles y el apoyo con el que se haya contado. Los traumas más graves suelen ser los siguientes.

«Para un niño pequeño, la violencia es una experiencia abrumadora, incontrolable y terrible, y sus efectos emocionales pueden permanecer durando toda la vida. El trauma se interioriza y se apodera de nosotros al no poder empatizar con el prójimo».

-Setephen Grosz-

1. Abuso emocional

El abuso emocional es uno de los traumas más graves durante la infancia. Tiene que ver con acciones como violencia verbal continuada, ausencia de muestras de cariño, episodios de humillación y menosprecio, etc.

Un estudio llevado a cabo en 2016 evidenció que conductas de ese tipo producen cambios en el cerebro de los niños.

2. Abuso físico

El abuso físico tiene lugar cuando se producen lesiones en el cuerpo del niño como consecuencia de la agresión por parte de un adulto.

Los datos más conservadores indican que una de cada 20 personas ha sufrido este tipo de abusos durante la infancia. Este tipo de maltrato hace que el niño (y posterior adulto) sea más vulnerable ante agentes externos que puedan precipitar una enfermedad mental o física.

3. Abuso sexual

Otro de los traumas más graves durante la infancia es el abuso sexual. Se trata de una experiencia traumática que los niños viven como un atentado contra su integridad física y psicológica. Sus consecuencias suelen perdurar a lo largo de toda la vida. 

Este tipo de maltrato incluye cualquier conducta sexual forzada que invada la integridad e intimidad de los menores por parte de un adulto. Además, hay que tener en cuenta que está penado por la ley cualquier comportamiento sexual hacia un niño, tanto con contacto físico como sin él.

4. Negligencia

El maltrato por negligencia o desatención familiar tiene que ver con la falta de protección a los niños, frente a sus necesidades básicas o los riesgos potenciales para él o ella. La privación de cuidados ocasiona carencias físicas, psicológicas y sociales. Las consecuencias de esto dependen de la intensidad del abandono y de los factores de riesgo presentes en el entorno.

5. Maltrato violento a la madre

Los niños que son testigos del maltrato violento hacia la madre tienen un riesgo muy alto de presentar problemas de salud con más facilidad. También es más probable que ejerzan violencia en la vida adulta y son más propensos a desarrollar trastornos como ansiedad y depresión. Es común que aparezcan fuertes sentimientos de culpa por no estar en capacidad de ayudar o salvar a la madre.

6. Abuso de sustancias en el hogar

El abuso de sustancias psicoactivas en el hogar también está dentro de los traumas más graves durante la infancia.

El Grupo Pompidou, bajo la dirección de la doctora Corina Giacomello, realizó una investigación al respecto. En ella se señala que estos niños tienen mayor riesgo de ser consumidores de sustancias en el futuro, así como de padecer trastornos del estado de ánimo y problemas de salud mental.

7. Encarcelamiento de uno de los progenitores

Los niños que tienen a alguno de sus padres en la cárcel no solo pierden la posibilidad de tener contacto habitual con ese progenitor, sino que además presentan niveles más altos de estrés. Experimentan una sensación de pérdida continua y casi siempre tienen problemas para formarse un modelo coherente de autoridad y de familia. Es habitual que esto conduzca a desórdenes de apego, síntomas de estrés postraumático o déficit de atención.

¿Qué hacer?

Por regla general, toda persona que haya experimentado uno o varios de los traumas más graves durante la infancia necesita de ayuda profesional. Es posible que no lo note, pero son esas huellas del pasado las que muchas veces les impiden crecer y avanzar en la vida.

Lo ideal es que toda persona sometida a ese tipo de experiencias sea tratada tan pronto como sea posible. Entre más temprano aborde la situación, mayores son las probabilidades de que el trauma tenga efectos menos determinantes.

Edith Sánchez

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