Un reputado productor de Hollywood frena la expansión de su estudio tras contemplar los prodigios de Sora

Tyler Perry es actor y director y también uno de los productores más exitosos en Estados Unidos. En 2015 Perry inauguró en Atlanta el que tiene la vitola de ser el estudio de filmación más grande en el país norteamericano. Allí se filmaron, por ejemplo, la serie The Walking Dead y la película Black Panther: Wakanda Forever.

El productor estadounidense, de 54 años, proyectaba seguir inyectando ingentes sumas de dinero en su estudio de producción, que es, al fin y al cabo, un negocio muy próspero. Perry tenía intención de invertir 800 millones de dólares en la expansión de su estudio. Sin embargo, de la noche a la mañana el productor ha suspendido sus ambiciosos planes de expansión. Y el motivo no es otro que el trepidante desarrollo de la inteligencia artificial y en particular la entrada en escena de Sora, la nueva y portentosa herramienta de OpenAI para generar vídeos hiperrealistas.

Tras contemplar una demostración de Sora, que es capaz de generar vídeos a partir de simples «imputs» de texto, Perry se quedó estupefacto (en el buen sentido). «Cuando alguien te cuenta que cosas así son posibles hoy en día, sus palabras quizás no te impactan demasiado. Pero cuando ves con tus propios ojos aquello de lo que es capaz la IA, es simplemente alucinante«, dice Perry en declaraciones a The Hollywood Reporter.

El productor tiene el firme convencimiento de que, con herramientas como Sora a su vera, la industria del cine podría prescindir de la búsqueda de localizaciones para la filmación y de las construcciones de sets de rodaje. Ello implicaría, no obstante, también la destrucción de miles de puestos de trabajo, admite Perry.

Tyler Perry presagia que habrá recortes de puestos de trabajo en la industria del cine por culpa de la entrada en escena de herramientas como Sora

Aunque Perry no puede evitar quedar maravillado ante los beneficios potenciales de la IA para el cine, no oculta tampoco la zozobra que le inspira el impacto de la tecnología en la industria del celuloide. Se trata, al fin y al cabo, de una tecnología que afecta a todos y cada uno de los «players» que se desenvuelven profesionalmente en esta industria, desde los actores a los equipos técnicos pasando por el personal de posproducción. «Se necesitan regulaciones que de alguna manera nos protejan. Si no, no sé muy bien cómo vamos a sobrevivir. Debemos ser cautelosos y procurar no perder el control de nuestras historias», advierte.

Perry describe así los efectos prácticos de la irrupción de herramientas como Sora en la industria del cine: «Ya no existe la necesidad de viajar a otras localizaciones para acometer la filmación de una película. Si quiero grabar un paisaje nevado en Colorado, me basta introducir un ‘input’ de texto de Sora. Si deseo filmar una escena en la Luna, puedo fácilmente generar esa escena con la ayuda de la IA. Y si quiero rodar una escena en un cuarto de estar con las montañas de fondo, no necesito construir un set específico en mi estudio. Puedo sentarme cómodamente en la oficina y hacerlo todo desde el ordenador».

Tyler Perry no es el único al que le carcome la preocupación por el impacto de la IA en el cine. James Cameron, director de Titanic y Avatar, contempla esta tecnología como una amenaza a la «alquimia mágica» que ha hecho posible hasta la fecha el séptimo arte. Cameron no cree en todo caso que la IA esté aún en disposición de alumbrar mejores películas que los seres humanos de carne y hueso. «No creo que una mente incorpórea que simplemente regurgita lo que un ser humano ha dicho previamente sobre la vida, el amor, la mentira, el miedo o la mortalidad pueda tener realmente éxito», enfatiza Cameron.

Así y todo, la IA es pródiga también en no pocas ventajas para los profesionales del cine, que con la ayuda de esta tecnología pueden invertir menos tiempo en tareas particularmente tediosas como los «storyboards» y los efectos especiales. Además, aun cuando las ideas de las que se nutre la IA no son nunca 100% nuevas, la amalgama de ideas que propicia esta tecnología para dar eventualmente alas al «storytelling».

Esther Lastra

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