El contenido creado con inteligencia artificial ya es imparable, especialmente con la influencia de las redes sociales. A esto se suma la difusión de los vídeos falsos. Hoy, con las herramientas gratuitas disponibles, cualquiera puede generar piezas audiovisuales en poco tiempo y, lo más llamativo, cobran vida propia por lo reales que parecen. Los ejemplos se multiplican en las plataformas digitales: políticos dando discursos que nunca pronunciaron, artistas diciendo frases inventadas o incluso sucesos históricos que jamás ocurrieron.
Con este fenómeno inevitable, surge la pregunta: ¿cómo se combate la información falsa? Las redes sociales tienen el control de la batuta; es decir, son responsables de que estas imágenes y vídeos circulen a toda velocidad, y al final lleguen a todos. Esto representa un problema para la sociedad, ya que la mayoría se basa en la información que ve en sus pantallas y llega al extremo de no saber qué es real y qué no.
El lado oscuro de los vídeos falsos
Según Der Spiegel, un ejemplo es el cineasta Yonatan Dor, quien desde Lisboa crea vídeos virales con IA. En uno de ellos, Barack Obama, Hillary Clinton y Elon Musk protagonizan una surrealista caza al ritmo de Rammstein, persiguiendo a un roedor con el peinado de Donald Trump. A pesar de que se hizo como una crítica política, Dor advirtió sobre el riesgo de estos vídeos: «A partir de ahora, ya no puedes fiarte de tus propios ojos».
«Debemos aprender a ser mejores ciudadanos digitales y no dejarnos manipular tanto por las redes sociales y las noticias falsas», afirma Dor, dejando claro que hay que darle un buen uso a la inteligencia artificial, porque si se hace con malas intenciones, puede perjudicar a la sociedad en el futuro.
¿La inteligencia artificial siembra desconfianza?
Los expertos lo confirman. Hany Farid, investigador en la Universidad de Berkeley, explica que el verdadero peligro no es que la gente crea en una mentira concreta, sino que llegue a pensar que todo puede ser falso. Esta situación de duda beneficia a gobiernos, partidos o grupos que buscan manipular a la sociedad y llevarla a su terreno.
De hecho, ya se han visto vídeos de líderes políticos con este objetivo, como el caso de Donald Trump, que utilizó la IA para reforzar su propia narrativa. En otra parte del mundo, durante las últimas elecciones en Alemania, circularon vídeos falsos que distorsionaban la imagen de candidatos conocidos.
Pero la IA no se limita a la política; ya se crean vídeos de todo tipo. Plataformas como TikTok e Instagram se inundan con contenido conocido como «AI Slop»: vídeos absurdos, impactantes o directamente engañosos, diseñados para llamar la atención y hacerse virales.
¿Por qué este contenido se multiplica tan rápido? Porque la sociedad se impacta con estos vídeos, lo que aumenta las visitas y permite a los creadores de contenido generar dinero.
El gran reto: recuperar la confianza
Las grandes plataformas aseguran que ya trabajan en soluciones para distinguir lo que es real de lo que no. Sin embargo, en la práctica, esas advertencias son escasas, poco visibles o directamente inexistentes. El problema es que millones de usuarios no saben si lo que ven es auténtico o un montaje digital.
Algunos expertos proponen soluciones técnicas, como marcas de agua invisibles en los vídeos, o normativas más estrictas. Otros creen que la clave está en la educación digital: aprender a desconfiar, a verificar y a no compartir todo lo que aparece en pantalla. El verdadero reto es comprobar la información de lo que uno visualiza, consultar las páginas oficiales de los medios, ver más vídeos y leer distintas opiniones antes de formarse una conclusión.
El cineasta Dor lo afirmó más de una vez, según la revista Der Spiegel: la IA no es una amenaza, sino una herramienta que hay que usar con cabeza. En su caso, sueña con producir una película completa con IA, pero advierte sobre los límites y el sentido común, ya que la avalancha de vídeos falsos puede acabar con la confianza y dificultar distinguir lo que es real en las plataformas digitales.